A menudo seguía las instrucciones (pasos a paso), nunca obtenía el mismo resultado.

La mayoría de los elaboradores cerveceros caseros lograban cervezas equilibradas y con espuma… Yo no, no entendía qué falla.

Pasaba las horas muertas leyendo incontables consejos en foros, libros y veía unos cuantos vídeos en YouTube, pero seguía sin entender qué ajustes pequeños realmente importaban.


Que si la maceración, o el agua, la tasa de inoculación de levadura, veía que el pH o la oxigenación del mosto…

¿Son claves o afectan más otros procesos? Mi birra no tenía la sensación en boca que deseaba.

Mi cerveza no sabía a cerveza.

Tuve una microcervecería y lo peor de aquella época, mi competencia, con menos equipo y aparentemente elaborando los mismos estilos de cerveza, con las mismas técnicas, conseguía un resultado increíblemente mejor.


¿Qué es lo que ellos sabían que yo no?


Mi mentor, Boris de Mesones, me dio las claves. Había varios detalles en mis procesos que estaba pasando por alto, pero que tienen un impacto descomunal en la cerveza terminada.


Para conseguir la textura y calidad final, no necesitaba de equipo más caro ni recetas más complejas.


Solo unas cuantas correcciones en mi método de elaboración para que cada lote tenga el cuerpo, equilibrio y sabor que quiero conseguir. Tal cual lo he pensado.


Estaba cometiendo un gran error:


«Oye, que he hecho todo bien»


«Qué he seguido la receta paso a paso y la he hecho como venía en el libro»


O


«Está rica, lo malo es que le falta espuma»


¿Y qué tal está?


«Se me fue bastante cerveza, parecía un volcán, por toda la espuma que salió sin control, pero estaba deliciosa»


Argumentos que no tienen ni 3 minutos de reflexión.


El problema no es que me autoengañaba. Ni que entendiera lo que pasaba. Ni veía el sabor que tenía.


El gran error era que no razonaba correctamente.


Luego lo aprendí.


Cuando alguien, uno que lleva el suficiente tiempo elaborando me dice algo, ya sea una crítica a mi cerveza o me explica su teoría de un proceso en concreto, y eso no coincide con mis creencias, yo me digo:


Quieto Gallowill, escucha, puede que no te estés enterando de algo


Y entonces me pongo a estudiar como un poseso.


Si alguien te dice algo así, es que te estás perdiendo algo.


Algunas veces entiendo rápido el argumento, hago una elaboración exprés para comprobar.


Otras veces me lleva varias elaboraciones hasta entender por qué me dijo lo que me dijo.


Ahora, solo descarto la opinión de uno, me da igual si lleva muchos años (o uno de esos que habla como un sabelotodo), cuando tengo la plena certeza de todas las elaboraciones que llevo en mi espalda para rebatir cada punto de su teoría.


Y eso es muy raro de que ocurra.


Pero, en mi proceso de aprendizaje que todavía continuo, años después he descubierto que tenía razón:


  • Tu cerveza está turbia porque en la maceración…
  • Mejora tus protocolos de limpieza y desinfección…
  • Procura no oxigenar tanto…


Si alguien te dice algo así, es que te estás perdiendo algo.

No era realista, no era autocrítico...

Si a ti te está pasando esto, tengo una newsletter donde todos los días hablo de temas relacionados con la cerveza y cómo mejorar su calidad.

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Muchos cerveceros caseros han estado en mi misma situación. Algunos (incluido un dueño de microcervecería) siguiendo este enfoque, están consiguiendo cervezas más limpias, redondas, con mejor retención de espuma y una sensación en boca inolvidable, con un equipo básico. Los pequeños cambios importan más de lo que imaginas.

PD: Esta vida me encanta… pasan muchas cosas. La cerveza hace que esas cosas sean mejores.

"Para evitar que tus birras terminen sin fuerza, sin espuma o con defectos, como por ejemplo, por la mala fermentación, hay que cambiar la perspectiva y comprender los fundamentos. Ejecutar con precisión los procesos (sin cometer fallos) es la clave para diseñar tu propia receta y que terminen como las has imaginado. Cometer errores es parte del aprendizaje, pero comprender por qué ocurrieron y cómo evitarlos la próxima vez es clave para mejorar."